XXV

El arte de la fotografía no es una actividad que prime a la persona por encima de todo, se centre en el punto de vista humano, ya sea en la materialidad de la obra o la expresión de un supuesto sujeto, al contrario, el fotógrafo piensa en todo excepto en sí mismo, manifiesta una devoción, una entrega al mundo sin reservas. Así es cómo VE. La IMAGEN no es sino el resultado de este desapego de la imagen. La generalización actual de la fotografía a todos los niveles y escalas sociales, la multiplicación del registro de imágenes, ha provocado el efecto contrario: todos piensan en sí mismos antes que en el mundo, en consecuencia, la imagen se valora en sumo grado. El tema u objeto fotografiado es lo de menos, un mero medio reemplazable, lo realmente importante es la fotografía como vehículo de un sujeto que busca reconocimiento, al que nada importa excepto la promoción personal, la aceptación, elevación o integración en uno u otro círculo, cuanto más prestigioso mejor, en las imaginarias escalas jerárquicas que miden el éxito social, la valía personal. La lucha por el reconocimiento se ha trasladado a las imágenes. Tanto ves; tanto vales. En el fondo, el sujeto sólo se retrata a sí mismo, una larga retahíla de autorretratos en el peor sentido de la palabra. Todas y cada una de las imágenes responden a una necesidad, están dispuestas para que el espectador vea (el) quién y no (el) qué. Es una visión utilitaria, interesada de la fotografía. El hombre de la cámara ya no es una excepción, se ha convertido en una necesidad colectiva, en USO social, capitaliza una buena parte del tiempo de la vida diaria de todo individuo. No estamos ante un refinamiento estético ni una nueva etapa del arte; dado que el sujeto ES la imagen, el centro de interés virtual de la imagen, en la práctica supone un empobrecimiento del mundo, una veladura, una pérdida de sensibilidad. Sólo vemos a los otros, los unos a los otros, sin nunca ver nada fuera de nosotros mismos. El mundo se ha petrificado en una visión subjetiva, es una estatua de sal que, al contrario que las páginas bíblicas, no es el resultado de ver lo inimaginable, sino el producto de una humanidad entregada a mirarse al espejo. Sólo el desinterés por la imagen, la imagen desinteresada, salvará el apego por el mundo.

XXIV

El genio maligno de la técnica todavía no se había revelado, permanecía en las sombras, en la época de la Revolución industrial, donde el aprendizaje y el uso de la maquinaria, los utensilios, estaba renumerado, tomaba la forma del salario; en la actualidad, cuando la diferencia del ocio y del negocio, del trabajo y el tiempo libre, se desdibuja, aparece con total claridad como una forma de servidumbre voluntaria. El usuario es un siervo sujeto a un aprendizaje interminable, a un trabajo no remunerado que se confunde con la vida, obligado a aprender, a saber manejar, practicar y usar asiduamente una infinidad de dispositivos, siempre cambiantes. Esta extensión planetaria del dominio no hubiera sido posible sin la digitalización, el código binario aplicado a todo tipo de objetos y actividades. Un caso ejemplar al respecto son el éxito de las cámaras digitales. En revancha, el sujeto siervo, que acumula en virtud de su sumisión, dosis crecientes de resentimiento y frustración, sumadas a las connaturales a su estado, necesita una salida, una compensación, proyecta todo este malestar interno a través del objetivo de la cámara, hacia el exterior, como una forma de poder sobre el mundo. El esclavo, preso de la desesperación, equilibra su balanza interna mediante la esclavitud virtual del mundo que le rodea, intenta ponerlo a su servicio. La fotografía aparece entonces como un acto de venganza, de humillación, la peculiar forma en que los siervos, por voluntad propia, crean su propia parcela de dominio, su dominio personal. En lugar de utilizar el mundo para aprender y mejorar, igualan el exterior con el interior; el sujeto degradado no puede sino degradar para su disfrute el objeto. Mirada sin miramientos que se cree en el derecho de registrarlo todo. El mundo le debe algo; el pago serán las imágenes arrancadas del mundo, robo imaginario que colma su deseo de venganza. Deseo profundo de que lo de afuera sea como lo de adentro, esté en la misma situación, igual de mal, mancillado, carente de vida. El usuario de la cámara cree que el mundo no es mejor que él, y piensa demostrarlo. Todo ha de quedar al mismo nivel en una búsqueda continua de la imagen que queda por tomar, por controlar. Nada se escapa a su mirada escrutadora. Al final el mundo entero será esclavo de sí mismo, retratado hasta la saciedad. Fase oral, devoradora, de la imagen. VER es COMER.

XXIII

La historia del retrato inició un giro sorprendente con el advenimiento y la universalización del uso de las cámaras fotográficas; el culto a la sonrisa contemporáneo, asociado a un retrato ideal, es un hecho raro y aislado en épocas anteriores a la industrialización y dominio técnico del planeta. Sólo hay que pasear por las galerías de cualquier gran museo para observar que no era así cómo querían ser retratados para pasar a la historia. No querían ser recordados en una actitud que denotaba falta de seriedad, el mal gusto, la debilidad de carácter de querer resultar gracioso para los otros. La sonrisa era antes que nada una ausencia porque era en la vida donde había que reír y no en la imagen. En la actualidad, es exactamente al revés: se sonríe en la imagen, para la fotografía, porque la risa se ha vuelto imposible en (la) realidad, y tanto más nadie sabe reír en cuanto que la técnica, y no el cuerpo, es la única que incita, asegura, el estereotipo de bienestar. La impostura del cristianismo, de la resignación unida a una felicidad lánguida, existía como un hecho larvado que todavía no había eclosionado, desarrollado todas sus consecuencias. Ahora, se puede decir sin reparos que somos plenamente cristianos, esto es, felices sin ningún motivo para serlo, sonrientes sin nada que haga reír. Prueba de ello es el empeño en buscar palabras privadas de sentido que, al ser articuladas, tengan como resultado una buena sonrisa en el momento de tomar la fotografía; se valora la abertura de los labios más atractiva, que la lengua quede oculta y una presencia discreta de los dientes. Es la imagen de la salud y del bienestar físico y psíquico, a falta de un cuerpo y un alma reales, una imagen tan sólo pensada, una imagen del pensamiento sobre el cuerpo. Cada idioma, cada cultura tiene su palabra preferida. Ouistiti en francés; Famiglia en italiano; Patatas en español; Marmolada en polaco; Zaag Eens Kaas en holandés. En otras ocasiones, ocurre justo lo contrario, la palabra se carga de sentido y se vuelve sintomática. Un grupo de agentes de seguridad del estado, se reúne de forma periódica para hacer ejercicio al aire libre, una actividad fuera de las horas de trabajo que se supone refuerza el espíritu de equipo y la unidad de los sujetos. Está claro que lo consigue, porque en el momento de hacerse la habitual fotografía de recuerdo, la palabra que pronuncian sus labios, para obtener una sonrisa perfecta, es Machete, prolongando la última sílaba en medio del entusiasmo colectivo. El doble sentido se revela muy apropiado para la actividad laboral que desarrollan, entre bromas, dicen lo que son en la imagen y en la palabra, por duplicado. El brazo ejecutor de la justicia se ha transformado en una policía poética, que cuida hasta el mínimo de los detalles.

XXII

La luz artificial sustituye al sol, el plástico y el metal a las plantas. El vagón de metro se mueve en la oscuridad como un gran invernadero, a temperatura constante, lleno de figuras inmóviles, casi disecadas, involución de la especie a un orden insectívoro. Una chica de negro, apoyada en la puerta, con coleta, sujeta un smartphone como si fuera un crucifijo, las dos manos entrelazadas. En cada pulgar lleva un anillo plateado; teclea con los dedos arqueados, a modo de pinzas, sin mirar alrededor. La ligera inclinación, reverencia al vacío a medio acabar, revela un anquilosamiento, un caparazón, la rigidez forzada del creyente; la postura es la imagen zoológica de una nueva fe, oración sin dios, de la última sumisión, la religión de los vencidos, de los postrados, preparados para recibir y ejecutar las órdenes del nuevo milenio, aunque impliquen su muerte y la de los demás. El becerro de oro cabe en la palma de la mano. Miles de años de evolución aparalela han llevado al logro de una imagen humana de la Mantis religiosa, a la identidad de la presa y el depredador, que se devora a sí misma porque no cree en nada, autofagia que un dispositivo de retroalimentación facilita e incrementa, no cesa de aumentar, hasta alcanzar el punto de no retorno, de pérdida, de caída en una abstracción cerrada al mundo. En la brizna de hierba, el insecto espera inmóvil, un ligero balanceo señala que no está muerto; la especie humana no tiene tanta suerte, el movimiento frenético, la aceleración, indica justo lo contrario, la inercia de un cuerpo social sin vida, los últimos estertores. Millones de personas entonan la oración fúnebre de su propia destrucción; la vuelta a la normalidad es la definición exacta.

XXI

Los detalles insignificantes marcan la pauta de los acontecimientos, apenas una insinuación, una nota al margen, de consecuencias devastadoras. La palabra CONTROL marcó el final del siglo XX y sin duda marcará por entero, hasta absorber toda forma de vida, el XXI, desde el control de la expresión génica a las nuevas tecnologías de procesamiento de la imagen mediante puntos de control, del control variable del tráfico aéreo y terrestre a los múltiples puestos de control, mortíferos, que inundan las zonas más peligrosas del planeta. Entre todas sus materializaciones, la más inocua, la más universal, es la más representativa, la que indica la consumación del ciclo, la aceptación incondicional de una obediencia sin límites: la tecla Ctrl. A modo de icono en el centro neurálgico de la tecnología, sello de una situación de dominio, representa en el teclado exactamente lo que es, una tecla modificadora que no tiene una función por sí misma, que no vale nada, que debe ser presionada junto a otra para funcionar. Una esterilidad profunda que, no obstante, cuando se pulsa en conjunción con otra tecla, realiza una operación especial, hace que el proceso de datos, la distribución jerárquica de las òrdenes y las funciones se ponga en marcha. El ordenador ejecuta el proceso controlado tal cual los flujos normativos, las consignas sistemáticas, las directrices, supervisan cada uno de los actos de la vida cotidiana. La serie Ctrl + Alt + Supr sería ejemplar en este sentido, en cuanto a la gravedad de sus efectos, ya que reiniciaba el sistema, en caso de bloqueo. El orden de vida actual, sometido a una actualización continua, aparece como una modificación operativa, en algunos casos sustancial, una supervisión a todos los niveles, que, paradójicamente, no vale nada, tiene un contenido cero, es una ley vacía, pero que, por ello mismo, lo cambia todo, lo fagocita todo sin hacer nada, obliga a cualquiera a cualquier cosa, parásito digital. El poder es tan fácil, se funda en algo tan sencillo, como conseguir que millones de personas pulsen una tecla millones de veces al día en millones de lugares. Para NADA. Por NADA. Es sólo una tecla.

XX

El acontecimiento es (el) secreto, naturaleza múltiple, nunca es todo lo que puede ser, siempre conserva una zona inalcanzable y oculta. Como auténtica multiplicación al infinito, es un despliegue con pliegue, una proliferación de multiplicidades, de pliegues potenciales; el avance significa un retroceso, en el baile del mundo, sólo se enseña una parte cuando se esconde otra. Muy diferente es el ser de la aplicación; el punto de partida es que el pliegue no existe, que no debe existir, todo debe estar a la vista, sin ocultar nada. Los secretos deben abolirse, ser objeto de persecución y eliminación. La movilizaciòn de medios que efectúa, el aplicarse con tesón para este fin, implica la producción de un despliegue sin pliegue, vacío, repetición desnuda de un automatismo que ha perdido el encanto, evento sin poder de fascinación. El envoltorio no guarda ninguna sorpresa. Era de esperar. El siguiente será igual.

XIX

Un automatismo programable aborta la línea temporal antes de que dé inicio. No sólo es una forma de matar el tiempo, sino que elimina a priori la posibilidad de la temporalidad, la sustituye por un proceso de datos abstracto. El horizonte de los acontecimientos, difuso, imprevisible, irrepetible e inaccesible, es todo lo contrario a un automatismo, es el tiempo en libertad, en estado puro, no sabe de aplicaciones y desconoce las tareas, los trabajos a ejecutar. Es un destino inejecutable e improgramable. Cuando la aplicación es lo único que pasa, nada pasa en realidad, todo se detiene, el panorama aparece vacío de acontecimientos, el tiempo se acumula, como un desecho, sin generar instantes privilegiados. Proceso desustanciado como identidad absoluta del What´s up con el WhatsApp. La máquina toma el control. El precio que hay que pagar por la accesibilidad y la previsibilidad de la aplicación, del trabajo programado, la diversión asistida, es la desaparición del tiempo estelar, fulminante, la pérdida del éxtasis como salida de uno mismo y la condena a un automatismo que renueva la identidad, y sella las entradas y las salidas, con una identidad mecánica añadida. El júbilo deja lugar a una apatía ocupada, frenética; el entretenimiento sustituye al tiempo de la vida, al devenir del mundo.

XVIII

La masa crítica del estado, en su fase digital, supone un estado de crisis continua, la multiplicación de gráficas de alzas y bajas, recuperaciones y pérdidas, una avalancha de información sin precedentes, un despliegue indiscriminado de aplicaciones y actualizaciones que se ejecutan de forma automática. El modelo de la nueva democracia es un gobierno que no ha sido elegido en las urnas, un desgobierno permanente y sistemático; una vez instalado, después de la descarga, como cualquier otra aplicación, prescinde en buena parte de la voluntad del usuario y ejecuta la tarea para la que se ha programado. Es un gobierno multiplataforma, apátrida y virtual, que no tiene otra realidad que la información depositada en los servidores; aunque es muy fácil de obtener, el acceso a este poder es libre, su puesta en marcha no tiene término medio, es excluyente. Si no está instalada la aplicación, el usuario queda fuera de la mensajería instantánea, de la red de conexiones políticas, enlaces intertextuales que le permiten formar parte de un núcleo social; si funciona, está expuesto a la localización y envío de órdenes en cualquier momento y a cualquier hora del día, sin poder hacer nada para remediarlo. El programa de gobierno recoge información de todos los contactos y de la red de datos del individuo, convertido en poco más que un dispositivo móvil orgánico, por iniciativa propia y según consignas variables. Sabe lo que tiene qué hacer, para qué ha sido creado, y se aplica con determinación a ello. Lo que pasa en la vida, la agenda de ejecución del gobierno (What´s up) se decide en (la) red (WhatsApp); el quehacer diario, el pasar del mundo y de la política, los acontecimientos múltiples, se transforman en aplicaciones, trabajos multitareas automáticos que nadie reconoce haber encargado ni ordenado. No son cosa suya. El aviso es instantáneo para todos los contactos, los puntos nodales de la información, cada una de las células de identidad digital; se felicitan unos a otros de tener la misma aplicación instalada, de haber perdido el control de su propia vida, servidumbre no refrendada. El control está fuera de control.

XVII

El deseo de aprender, la potencia de ser otra cosa que uno mismo, la vida como aprendizaje, impulso incontenible de llegar al límite, es una facultad que se ha convertido en el objetivo de los creadores de entretenimiento. La técnica es muy sencilla, se trata de aludir a esta facultad, de tender una especie de trampa mental, diseñar un cebo, un simulacro que capte la curiosidad, atraiga las fuerzas en continuo movimiento, las capture y las conduzca en una dirección opuesta a los intereses vitales. Antes de darse cuenta, cualquiera se encuentra sentado frente a una pantalla, que reclama atención y servidumbre, a todas horas. Este aprendizaje calculado, tutelado, da sus mejores frutos cuando opera entre las capacidades variables de cada individuo y el grado de dificultad, en una retroalimentación mutua. Los fabricantes de videojuegos lo saben muy bien, conciben los juegos de modo que estén siempre en un frágil equilibrio entre lo fácil y lo difícil, en función de habilidades que el jugador va adquiriendo. Nunca se aprende nada en verdad, tan sólo se aprende a manejar un programa donde el timing, el pensamiento y los sentidos están sujetos a un estricto control, vía única de imposible salida, que obliga a seguir adelante, a conducir, sin poder parar. La ruta está señalada de antemano; los puntos de parada y descanso están marcados. Otro tanto pasa con los productores y guionistas de series televisivas, todo empieza con crear unos patrones de reconocimiento, unos modelos de historia y personajes, una representación que será sometida a todas las variaciones posibles, a la vez para mantener la audiencia y mientras esta sea fiel al patrón. Es imposible discernir si el espectador ve lo que quiere o quiere simplemente lo que ve, lo que se ofrece a su retina agotada, en una cita ineludible. El deseo del individuo ha sido absorbido por la pantalla, anulado, en cuanto que SU deseo, sí, para "él", es común a un diseño genérico, vale por más de uno y vale para un "tú", que la publicidad y la imagen convocan y ostigan sin piedad. Las diferencias son aparentes; el mole sufre infinidad de vaciados, versiones de lo mismo que aspiran a ser muestras de inventiva y creatividad. ES una DIFERENCIA cautiva. No ha lugar para la improvisación, los suministros están asegurados, es necesario administrar la dosis exacta para que el cerebro deje de funcionar, se colapse a sí mismo, para mantenerlo ocupado sin ocuparse de nada, convertido en un mero reproductor de tópicos, un interpretador de órdenes audiovisuales, conductor del programa y conducido por imperativos de mando digitales. Entretenerse es una muerte lenta, cementerio bullicioso.

XVI

La técnica y las tecnologías son formas de mediación universal; desprovistas de la limitación de las palabras, libres de los conflictos de la torre de Babel de los idiomas, se erigen como lengua universal que alcanza todo el planeta. Este logos, en buena parte palabra binaria, supone la pérdida de lo inmediato, la desconexión progresiva con la realidad y una fuerza de interposición muy alejada de la neutralidad, ya que cualquier dispositivo técnico ha sido concebido, diseñado, elaborado y probado por individuos, empresas o corporaciones concretas con unos objetivos determinados. Es un artefacto abstracto con un origen muy concreto. La marca señala esta pertenencia y la propiedad del medio; la abstracción de los resultados y la huella indeleble de lo real en los inicios. El saber y el poder nunca son neutrales, edifican de forma progresiva una representaciòn del entorno y la vida. Aceptar una mediación, la intermediación, todo tipo de mediadores, es una concesión, una manera de obedecer, de obediencia a la imagen del pensamiento que otros tienen del mundo, es caer bajo el poder de un orden ajeno. Utilizar es servir, una muestra de servidumbre. La mediación siempre ocupa el centro, la zona central, por dispersa que parezca, busca centralizar el tiempo y el espacio, los campos de experiencia inmediatos; la única escapatoria es huir del centro, merodear por lo alrededores, situarse en las (in)mediaciones, en la periferia, para ver con nuestros propios ojos. Ser inmediato es ser real. Es no servir para nada.

XV

Las balas son los exponentes perfectos de una época deudora de la mecánica newtoniana. El choque, la explosión, la ignición, la expulsión de gases, el giro de la bala en el interior del cañón en el sentido del reloj, gracias a las rayas helicoidales, que proporcionan estabilidad y disminuyen el rozamiento para conseguir precisión, y la trayectoria final alcanzada, ejemplifican paso a paso lo esencial de la mecánica. Cada bala es una unidad de conocimiento. Propiamente hablando, la bala es sólo el proyectil y el cartucho es el conjunto formado por el fulminante, la vaina y la bala. Los gases de la combustión de la pólvora son los que empujan a la bala; la pólvora no explosiona, se quema. Este núcleo del saber decimonónico tendría en la actualidad su equivalente paródico en un objeto mucho más inmaterial: el bit, la unidad mínima de información, como punto vital, nodo de entrecruzamiento de las disciplinas y las diversas áreas del saber, esquematismo último que cierra la totalidad del espacio técnico y científico. El peligro en este caso no reside en su elevada tasa de mortalidad, sino precisamente en que no mata, pero se extiende y ocupa todo el espacio a su alcance, parece tener por último objetivo, de ahí su naturaleza viral, reproducirse a sí mismo al infinito y relegar las formas de vida a un carácter suplementario, una zona periférica al procesamiento de la información. De la bala al bit, del proyectil mecánico al proyectil binario, se efectúa el paso de las heridas de bala y el goteo de la sangre, al zumbido incesante de las máquinas y el flujo de los datos. 

XIV

Una arma no es especialmente peligrosa porque pueda causar la muerte, sino porque el tirador corre un peligro casi despreciable mientras que el objetivo, el blanco del disparo, esta abocado a morir o a sufrir heridas graves de una forma inexorable y demasiado fácil, sin que que pueda ponerle remedio. Esta relación mortal y asimétrica es fruto de la eficacia del mecanismo, del encadenamiento calculado y óptimo de múltiples componentes y piezas que producen una herramienta peculiar sin error posible, salvo defecto de fábrica o mal uso. El arma es el objeto de la razón por excelencia, el modelo de una acción directa sobre el mundo a distancia, a partir de una posición abstracta, a cubierto, que tiene efectos demoledores sobre lo concreto, incluida la muerte. La máxima aspiración racional alcanza así su sueño de emular a dios y decidir sobre la vida y la muerte de sus súbditos. Es la herramienta perfecta, el útil ideal; la utilidad no es un concepto práctico y neutro, tiene su origen en la producción del armamento que acompaña la historia del hombre. No existe otro utensilio en el que la preocupación por la eficacia y seguridad del funcionamiento, de carácter paranoico evidente, alcance niveles tan elevados. La utilidad se funda en la carrera de armamentos; lo útil es a todas luces un concepto criminal. Ser útil equivale a ser (un) arma viviente. La consigna de la eficacia y la productividad incitan a coger las armas, a armarse, a llevar un arma encima, tanto en lo metafórico como en lo real. La infalibilidad absoluta es el designio del orden político, que más allá del peligro de muerte, se construye sobre el riesgo constante de una performance perfecta e ineludible. Los aviones no tripulados reinan sobre los desiertos y las tierras áridas en busca de sus objetivos.

XIII

La cabeza blanca del chihuahua, temblorosa, asoma por la abertura de un bolso de cuero negro. Está en el regazo de una chica con una blusa y pantalones blancos, camiseta verde y labios rojos, que intenta reconciliarse con su pareja, sentada delante. A su lado, un amigo de ambos observa divertido la situación mientras hace monerías al perro. Por más que lo intenta, la chica no consigue arrancar una sonrisa del chico de sus sueños, ni por más que finge suplicar, con labios dispuestos, recibe el premio de un tímido beso. El chihuahua, que parece darse cuenta de la situación, alarga sus finas patas para intentar saltar a las rodillas del amante, malhumorado por no se sabe qué motivos. No hay nada que hacer. No le hace caso como no hace caso, sigue con cara de contrariado, a su amada. El amigo común le susurra algo al oído. La chica saca un teléfono inteligente, lo coloca en posición horizontal, cogido con las dos manos a la altura de su pecho, y activa una aplicación que simula, al tamaño de la pantalla, el paso de la información en un cartel luminoso de leds, de derecha a izquierda, letras blancas sobre fondo negro. El mensaje que se visualiza es el siguiente: "TE QUIERO MUCHO", desfilando por la pantalla como si fueran los subtítulos directos de su cerebro. Sólo entonces, el amado reacciona y se incorpora para dar un beso a la chica. La técnica ha triunfado donde fracasaron todas las estrategias de seducción femeninas. El bolso se ladea cuando la chica va al encuentro de su amado; beso de reconciliación bajo títulos de crédito, escena final de la película. El perro sale de la bolsa.

XII

Los amantes de las armas de fuego arguyen en su defensa que es el único ingenio humano de reducidas dimensiones capaz de detener la carga de un elefante enfurecido de varias toneladas. Con el mismo entusiasmo, explican cómo el arma reglamentaria del ejército, el fusil de asalto, practica un agujero del tamaño del puño en el cuerpo del enemigo; esta herida implica la muerte segura en cualquier área que no sean las extremidades, es mortal en tronco y cabeza. La diferencia entre el tamaño de la bala y el efecto devastador es debido a que no sigue una trayectoria rectilínea, sino que el ánima estriada del cañón imprime un movimiento en espiral al proyectil que sale por la bocana. El daño todavía puede ser peor si se practica una cruz en la punta de la bala; al penetrar en el organismo, estalla y se rompe en pedazos. Disparar siempre es un acto demasiado fácil para el tirador y de consecuencias difíciles de asimilar, mortales con frecuencia, para la vida del objetivo. Esta desproporción sólo se igualaría si el cazador o el soldado experimentara en su propio cuerpo los efectos del disparo, compartiera el dolor de la víctima.

XI

La teoría de la complejidad aplicada a las ciencias de la vida y la ecología, sin tomar las debidas precauciones respecto al valor de lo complejo, puede llevar a resultados contraproducentes e incluso contrarios a los deseados. Los extractos recogidos para el análisis de muestras de aguas residuales o de aguas superficiales contaminadas, se consideran precisamente demasiado complejos, más ricos por tanto en sustancias de todo tipo y trazas que un agua sin contaminar, pero más pobres en diversidad biológica; este hecho, obliga a una purificación posterior para eliminar la mayoría de los interferentes que implican una fuerte degradación de la calidad del resultado analítico. Otra señal de aviso es que los petróleos brutos también son de una gran complejidad, marea negra de la teoría y la práctica que encenaga los organismos vivientes. 

X

La máquina no es más que una IDEA realizada en el mundo, la concepción de la obra y el ingenio que se proyecta y ejecuta hasta el más mínimo de los detalles. Esta degradación del pensamiento, y consecuente corrupción del orden de lo real, provoca que la idea, en lugar de permanecer como puesta en cuestión incesante, acabe por convertirse en una puesta en acción automática, servil y calculada. Un universo material y técnico, en todo momento servicial, productivo y obediente, guiado por la idea de servicio, es un mundo sin vida propia. En la escena final de este episodio histórico, en el fondo historia natural, el amo de las cosas, el señor del universo que dictaba las órdenes, se transforma, sin darse cuenta, en sirviente fiel de sus creaciones. Ha sido ordenado por el orden. El SERVIDOR informático es el epígono de este movimiento.

IX

Los sistemas de detección automática de escenas, donde la cámara identifica la escena cuando apunta al motivo y hace los ajustes pertinentes; de detección de caras y sonrisas, para tomar la instantánea en el momento preciso; de reconocimiento facial y seguimiento del movimiento se han generalizado. Habría que añadir la reciente creación de una inteligencia visual, análoga a la inteligencia artificial, que no sólo actúa en el espacio sino durante el tiempo, y ajusta de forma intuitiva la composición basándose en la dirección de la cara del sujeto, el número de personas del marco e incluso si el sujeto sonríe. Este método automático de generar fotografías espontáneas es capaz de tomar imágenes que incluyan el mayor número posible de rostros enfocados y girar el objetivo hasta encontrar el encuadre ideal mediante una capacidad de rotación de 360º. Como es obvio, un mero cambio en la programación permitiría detectar cualquier otro aspecto visual cuantificable y digitalizable si se genera el modelo adecuado. Los progresos de esta inteligencia apuntan a confeccionar un catálogo perceptivo universal a partir de códigos y modelos que anulen la singularidad y sustituyan de manera progresiva la realidad por el modelo. La sonrisa pasará de ser un acto de expresión a un elemento modelable y de naturaleza lógica que, en lugar de existir por sí mismo, existirá siempre y cuando responda a los criterios de inclusión o exclusión del programa. La máquina, en última instancia, decidirá quién ríe.

VIII

La relación del pensamiento y la visión son correlativas a un ciberoperador rhopográfico, pensador y visor incansable que no tiene historia, vive en el silencio y carece de biografía. El blog siempre se concibe como una extensión de la biografía, narración más o menos afortunada de la vida de una persona, recopilación exhaustiva de escenas y hechos memorables, siempre bajo la sospecha de megalografía; mientras que la relación adopta las características de una rhopografía, no recoge los datos relevantes y los hechos significativos de una vida, sino la ausencia de datos, las insignificancias y las no-significancias, la larga serie de contingencias y singularidades de una vida no personal que bulle en cabezas innumerables. De la sujeción objetiva y subjetiva del blog, se pasa, de un lado a otro del espejo, a la operación ingobernable de la RHOPOGRAFÍA como una PURA RELACIÓN de NO(WE)B LOG(OS).

VII

Detrás de un BLOG hay una persona; detrás de una RELACIÓN no hay nadie, esto es, una cabeza múltiple, una multitud de cabezas silenciosas fuera de la historia, sin nada que decir. El registro cronológico, ligado a la historia y a un log(os) inherente de sucesión y conexión (log in/ log out) es falso y falsea al pensamiento y al pensador. La identidad no es una ventaja, sino un impedimento real para el surgimiento de la idea, que no oscila entre la conexión y la desconexión relativas, el encendido y el apagado, a modo de conmutador, sino que tiene su medio ideal en el cortocircuito, la interferencia, la iluminaria del arco voltaico. La génesis de los blogs pertenece al orden de la impostura, una representación de un tiempo concreto, dispar, dotado de infinidad de líneas simultáneas, que se transforma en un tiempo evolutivo y acumulativo, un proyecto de un sujeto, historia personal visualizada en la marea negra de la historia. Pensar no es nada personal, ni tiene nada de lógico; no hay razón aparente ni sucesión que hilvane el discurso. Un pensador no es (una) persona jurídica ni física, es el operador, el signo crepuscular ligado a la operación del pensamiento.

VI

La astucia de la razón, siempre atenta a la renovación de las formas, se supera a sí misma, alcanza su para sí, en el blog como síntesis personalizada de la red (web) y el logos (log), alianza del registro, la sucesión, el orden jerárquico, la razón, el entrecruzamiento, la conexión y los árboles lógicos. Todo blog, como diario personal en la red, es un registro cronológico de un SUJETO, en cuanto hablante y dotado de palabra, según la ley de la sucesión. Personalidad que se explica, justifica y funda en el mismo momento en que (se) registra, expone al colectivo potencial o real de lectores; explicación personal de un sucesor unitario e idéntico, por disgregado que esté, como punto de origen, referencia ineludible de un cúmulo de sucesos y eventualidades que da razón, responde por lo que notifica. Es lo que dice (que es): un YO. Aunque sea ficticio no importa, siempre se trata de reconstruir una personalidad, de unificar los puntos de vista, acumular semejanzas, similitudes y ocurrencias para crear un PERFIL reconocible, un sujeto de reconocimiento para sí mismo y los otros. Crónica de sucesos a pequeña escala, tribunal de la razón doméstico y digital, alianza imperecedera de razón, palabra e historia.

V

De la construcción de las vías romanas a la invención del alcantarillado, de los sistemas de alumbrado a gas a las redes eléctricas de iluminación y conexión, del telégrafo y el teléfono a la televisión hasta llegar a las redes telemáticas y digitales, los sistemas electrónicos digitales de transmisión de datos e información y la lógica digital microprogramable, todo confluye al mismo fin de encarnar el LOGOS en el corazón del mundo y elevar la abstracción y la distracción a la máxima potencia posible. La RED no es más que la consecuencia de este impulso, la proyección de un código binario, la EXPRESIÓN de un LENGUAJE universal de mediación, superior al de la mera técnica, red lógica o lógica ramificada electrónica, proceso continuo de transformación de todas las relaciones en representaciones de relación.  El edificio que construye la razón programada y programable, discurso material enclavado en las cosas, implica la destrucción hasta los cimientos de la realidad psíquica y física, humana y no humana, la demolición de lo REAL y la aniquilación de la VIDA. Maniobra de distracción a escala planetaria que por primera vez en la historia ofrece la posibilidad a cualquiera, sujeto a unas categorías y etiquetas específicas, de ver y decir cualquier cosa, vehículo universal de obsesiones, delirios y opiniones, siempre y cuando el tiempo empleado no guarde proporción con las consecuencias reales, si las hay, que se deriven. Una nueva versión de cambiarlo todo para no cambiar nada, juego de manos que por un lado permite sin restricción, apología del libre acceso, y, por otro, excluye de todo control efectivo del rumbo de los acontecimientos. TODO, en teoría; NADA, en concreto. Mientras que la maquinaria puesta en marcha sí que actúa en el mundo, y de qué manera, a un ritmo frenético de borrar del mapa el más mínimo rastro de vida autónoma, natural e ilógica. La falta de conocimientos del nuevo lenguaje, la inadecuación del mundo de los hombres y del mundo natural a la nueva PALABRA revelada, se considera motivo de sospecha suficiente para cursar una orden de eliminación.

IV

La materia propia del ciberoperador rhopográfico no son las páginas ni los enlaces, el hardware o el software, los circuitos, datos o programas, sino la masa plástica del PENSAMIENTO, en estado crítico, y la desvinculación generalizada. Las operaciones internas y externas sólo se distinguen desde un punto de vista arbitrario; en realidad, se trata de una misma RELACIÓN pensante y vidente, ubicua e ilocalizable, obra total que invalida el criterio de pertenencia, adecuación y propiedad. La información y el exceso de conocimientos son una forma peculiar, pasiva, de asfixia y parálisis; la sociedad del conocimiento es la punta visible del lazo corredizo de la red, el juego del ahorcado elevado a entretenimiento universal. Un pensador anodal, desenlazado y desvinculado aumentará el grado de desconocimiento, la proliferación de enigmas, extenderá velos y profundizará la sima de lo desconocido hasta donde lleguen sus fuerzas. Luego morirá. La velocidad de la mano que clicka el ratón, por mucho que acelere, es incomparable con la celeridad infinita del pensamiento. La cabeza anónima gana la partida, en otro lado, bajo otras reglas, a la síntesis del órgano y el mecanismo.

III

Un ciberoperador rhopográfico es por necesidad múltiple y contrario a los operadores lógicos unitarios, inclusión, negación y exclusión, que guían los motores de búsqueda. Explorador no jerárquico ni jerarquizante, la valencia elevada de insignificancia y no-significancia opera una suspensión temporal de los algoritmos que valoran la importancia de los contenidos de la red, proceso automático de asignación, mediante números, de la relevancia de las páginas indexadas. Sin tener que recurrir a ecuaciones con millones de variables y términos, pone en cuestión el sentido de la distribución, el orden jerárquico y la escala de posicionamiento. Cada desplazamiento, cada operación, no se atiene a límites preestablecidos, no reconoce géneros, esferas temáticas, grupos de opinión ni dominios. Nada le es ajeno; todo le atañe sin vínculo aparente. La finalidad última no es traspasar el pensamiento a la red, sino traspasar la red con el pensamiento, ocupar los intervalos, el eslabón débil de la cadena para desanudar los nodos de identidad y los módulos de semejanza. La búsqueda del intersticio en lugar de la búsqueda de la información tiene por único algoritmo válido el inconsciente.

II

Un virus de última generación abre una antorcha olímpica; las llamaradas virtuales que ondean al viento anuncian la destrucción real, programada y meticulosa del disco duro, que se quema con la misma celeridad, al ritmo del crepitar del fuego, mientras columnas de humo negro oscurecen el cielo de la pantalla. Los expertos, en su fabricación o en su análisis, lo clasifican como el virus más destructivo hasta la fecha; no se conocen medios de extinción eficaces para un incendio digital de esta magnitud. Las cenizas, los rescoldos de cualquier hoguera, tienen su equivalente en la destrucción completa del sector zero del disco duro. El mensaje del fin del mundo que nadie debería abrir, "Actualización de Windows live", en tanto que apocalipsis técnica, se parece cada vez más a una revelación, pirosis universal que consume el universo y reenicia el ciclo del cosmos, el Olimpo de los dioses en directo.

I

Una alambrada de espino, una valla electrificada, aunque sea de baja tensión, un portal enrejado de hierro, no son el mejor sitio para establecer comunicación, y menos todavía cualquier tipo de contacto. El propio espacio reticulado, provisto de zonas de succión y apéndices de sujeción, es el obstáculo a superar, el canal a vadear, ya sea mediante técnicas de saturación o enrarecimiento, exceso o defecto, demasiado cercanas al límite para ser asimiladas; corte y empalme, mínima incisión que apenas se nota, pero suficiente para abrir un paso en la reja, o desmontaje, procedimiento de resultados inversos a los esperados y que sólo se percibe cuando ya es demasiado tarde para sustraerse al efecto.

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Sólo un animal triste y desvitalizado podía dar un significado positivo a la idea de RED, cuando la reacción natural es la huida, la fuga precipitada, banco de organismos que se dispersa en todas direcciones, signo preclaro de una aversión profunda, de un instinto que rechaza la reticulación del espacio como aparato de captura. Si bien es verdad que el pez acaba cayendo en la trampa del animal melancólico, pero astuto, no es por mérito del ingenio ni por afinidad con el instrumento; se rinde por puro desánimo, cansancio, por impotencia, le parece imposible que alguien haya inventado una perversión semejante. Los apóstoles eran pescadores.